Un día como hoy en la barriada El Empedrao, del sector Santa Lucía, nació quien le diera a Venezuela un lugar en la inmortalidad del Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas, su nombre: Luis Aparicio.
"Si yo tengo que nacer otra vez sería pelotero. Porque eso es lo más fácil para mí, aunque todo el mundo dice que el béisbol es difícil", asegura Aparicio, quien hoy llega a 80 años de edad.
Hijo de Luis el "Grande" y de Herminia Montiel, "Luisito" se crió en medio de un ambiente beisbolístico, donde cultivó la grandeza de su manera de jugar al béisbol, aquella que le permitiera el 11 de enero de 1984 plasmar su nombre en el pabellón de los inmortales de Cooperstown.
"Papá me dijo una vez: 'Si vas a ser pelotero, nunca podrás ser el número dos, siempre debes ser el mejor, el número uno. Él me enseñó que desde que agarras un guante para dedicar tu vida a la pelota, debes buscar superarte y tener como meta llegar ahí (al Salón de la Fama)", comentó Aparicio.
Según el historiador Jorge Medina, Aparicio Ortega conoció a su hijo tres meses después de nacido, pues para el 29 de abril de 1934, el "Grande" se encontraba jugando un torneo en el Caribe con el equipo Concordia.
Bendita primavera
Abril significa para "Luisito" no solo el mes donde se conmemora su día de nacido, sino que además, en este período pudo debutar como bigleaguer un día 17 de 1956 con el uniforme de los medias Blancas de Chicago en un partido ante los Indios de Cleveland en el antiguo Comiskey Park.
Aparicio tuvo la suerte de celebrar su cumpleaños en un parque de Grandes Ligas en 12 oportunidades, siete de ellas en Chicago.
En su carrera el legendario campocorto dejó un promedio de .326 (46-15) con nueve carreras anotadas, tres remolcadas e igual cantidad de robos de base en encuentros jugados los 29 de abril.
"Muchos me dicen en entrevistas que yo he hecho mucho por el béisbol venezolano y fíjate que es todo lo contrario, el béisbol me dio todo a mí. Ponte a ver, a Luis Aparicio lo conocen por el béisbol. Hoy por hoy soy el hombre más feliz del mundo por aprender a jugar a la pelota".
Mientras que el nombre de Aparicio sea el único de un venezolano inscrito en una placa en el pabellón de los inmortales, seguirá siendo la mayor gloria de la pelota criolla.