Soplan vientos de tormenta
Luego de años de la bonanza petrolera que permitió al gobierno de Hugo Chávez consolidarse en el poder, instaurar en Venezuela el socialismo del siglo XXI importado de Cuba, extender por Latinoamérica y el Caribe la semilla bolivariana, y silenciar las voces democráticas del mundo sobre el azote totalitario que avanzaba en el país, parece que llegaron tiempos de tormenta para la revolución con un bajón de los precios del barril de petróleo que habría llegado para quedarse, por lo menos durante un par de años.
El Ministerio de Petróleo y Minería informó que el precio del petróleo de la cesta venezolana al cierre del 17 de octubre fue de $77,65 por barril, para un descenso de $20,43 por barril con respecto al precio promedio de 2013 de $98,08 por barril, y $22,45 por barril menos que el 1º de septiembre, cuando rondaba por los $100,10 por barril.
Estas son malas noticias para un gobierno dilapidador y corrupto que, aún con el precio del barril a $100, ya venía presentando una fuerte crisis de caja y que ahora, como han informado los economistas Pedro Palma, Ramón Espinasa y José Toro Hardy, dejará de percibir entre $450 y $600 millones anuales por cada dólar que descienda el precio del petróleo venezolano. Nada bueno para su política de la petrochequera para ganar adeptos y sus ambiciones de perpetuidad en el poder.
Y son peores noticias para un país que ha caído en el foso del abandono, la improductividad y en una extensa crisis económica, debido a que la ingente renta petrolera no se invirtió ni para generar productividad y crecimiento económico, ni para dar respuestas sustentables a los graves problemas sociales de los venezolanos.
Al igual que en otros acontecimientos de trascendencia para el país, el gobierno de Nicolás Maduro ha sido superficial, ambiguo y contradictorio para afrontar esta situación de la caída de los precios del petróleo.
Por un lado, no se ha dado una información veraz a la población, y se ha tratado de restarle importancia proclamando que Venezuela tiene garantizados los recursos para seguir "prosperando", y que aún con el barril a $40 no habrá problemas presupuestarios, pues tienen el muelle financiero necesario.
Por otro lado, Venezuela solicitó a la OPEP una reunión de emergencia para tratar el tema, aduciendo que una caída de los precios no le conviene a nadie. Pero, fue por lana y salió trasquilado, pues tal petición fue desatendida por el organismo, el cual mantuvo la próxima reunión ministerial tal como estaba pautada para el 27 de noviembre.
Por ignorancia o por una total prepotencia de quienes se creen que pueden manejar los hilos de cuanto acontece, el gobierno de Maduro también asegura que va a "recuperar el petróleo", cuando ello depende de un sin fin de factores internacionales que escapan totalmente de sus manos.
Entre otros, 1) por el exceso de oferta que existe actualmente, la cual se extenderá por las próximas décadas, con Estados Unidos exportando petróleo por primera vez en 30 años, y a un paso de ser autosuficiente gracias al petróleo y gas de lutita; con México y Brasil desarrollando agresivamente sus reservas en aguas convencionales y profundas; y con el enorme potencial de Argentina como productor de petróleo de esquisto.
2) Porque la demanda de petróleo hoy es débil, debido a la lenta recuperación de las economías europeas. Y aún cuando estas economías se recuperen nada indica que el consumo global volverá a sus niveles anteriores, pues los países están mostrando mayor eficacia y eficiencia en el desarrollo y uso de energías alternativas, como la eólica y la de celdas solares.
3) Porque China e India también se han desacelerado, y aún si estas retoman los caminos hacia un rápido crecimiento, tampoco es probable que la demanda de petróleo vuelva a su anterior ritmo ... al menos no en un futuro previsible.
4) Porque Arabia Saudita ha dejado de ejercer su rol tradicional de ser el fiel de la balanza que reducía su producción en tiempos de abundancia. Por el contrario, ahora, está haciendo conjuntamente con Kuwait, un gran esfuerzo para mantener alta su producción, para no perder mercado o, según piensan algunos, para presionar a Irán (a fin de limitar su programa nuclear) y a Rusia (para reducirle su influencia en Siria). Lo cierto es que la trilogía Irán, Rusia y Venezuela es la más perjudicada con la caída de los precios.
Las malas noticias que llegan con la caída de los precios del barril de petróleo tienen además implicaciones mucho más graves para la economía de Venezuela.
Primero, porque siendo optimistas, si el precio del barril venezolano se mantiene a $75 en todo 2015, se tendría que los ingresos por exportaciones petroleras estarían el próximo año en $66,2 millardos, $20 millardos menos que los $86,6 millardos que ingresaron en 2013 cuando el precio promedio del barril estuvo en $98,08. Esto irremediablemente llevará a recortes significativos en el financiamiento del gobierno.
Segundo, porque al analizar el Presupuesto Consolidado de 2013, se observa que con el barril a $98,08, el sector público registró un extraordinario déficit equivalente al 15,7% del PIB. Un déficit que fue cubierto con dinero inorgánico que produjo la maquinita del Banco Central de Venezuela, la cual ha sido responsable de que la liquidez monetaria hoy sea 63% más que su nivel de hace un año, así como de la alta inflación que está ahorcando a los venezolanos y que para fines de 2014 podría acercarse a 100%.
Esta situación obligará a reducir el gasto, pues el financiamiento doméstico impulsado por el BCV, a través de imprimir dinero inorgánico, no tendrá una base en dólares que permita expandirlo.
Otro efecto negativo se sentirá en las importaciones, las cuales se reducirán aún más impactando en la población con una mayor escasez de bienes básicos que la que hoy sufre.
Y como bien explica José Toro Hardy en su artículo "Los años del petróleo flaco": "La caída de los precios del petróleo se traduce también en un fuerte aumento en las penalizaciones que tendremos que pagar por nuevos financiamientos o refinanciamientos. Eso se debe a que el costo de asegurar la deuda soberana contra un incumplimiento (CDS o Credit Default Swaps) casi se ha triplicado en los últimos cuatro meses y el temor de un posible default aumenta cada día. Venezuela es, entre todos los países emergentes, el que tiene que pagar intereses más altos por su deuda".
Todo indica que el país está llegando al final de una calle ciega, sin opciones fáciles para reconducir la caótica situación que se enfrenta.
En el mediano plazo, solo quedan dos rutas:
Una sería que la ceguera de Nicolás Maduro lo lleve a decidir seguir la ruta del Plan de la Patria, y termine de hundir a Venezuela en el "mar de la felicidad" de Cuba, o en un Zimbabue, un país carcomido por la miseria. La naturaleza arrogante y soberbia que han evidenciado tener estos diseñadores del socialismo del siglo XXI, no permite prever que se torcerán el brazo, se morderán la legua, y procederán a hacer los ajustes impostergables para aplicar una política de apertura, que incentive la inversión y restablezca la productividad de la nación.
La otra sería que, finalmente llegan a tener un momento de reflexión para darse cuenta de la gravedad de la situación socioeconómica en la que han sumido a los venezolanos, y optan al fin por aplicar políticas de ajuste sensatas que servirían para sacar el país de la miseria.
Amanecerá y veremos.
Luego de años de la bonanza petrolera que permitió al gobierno de Hugo Chávez consolidarse en el poder, instaurar en Venezuela el socialismo del siglo XXI importado de Cuba, extender por Latinoamérica y el Caribe la semilla bolivariana, y silenciar las voces democráticas del mundo sobre el azote totalitario que avanzaba en el país, parece que llegaron tiempos de tormenta para la revolución con un bajón de los precios del barril de petróleo que habría llegado para quedarse, por lo menos durante un par de años.
El Ministerio de Petróleo y Minería informó que el precio del petróleo de la cesta venezolana al cierre del 17 de octubre fue de $77,65 por barril, para un descenso de $20,43 por barril con respecto al precio promedio de 2013 de $98,08 por barril, y $22,45 por barril menos que el 1º de septiembre, cuando rondaba por los $100,10 por barril.
Estas son malas noticias para un gobierno dilapidador y corrupto que, aún con el precio del barril a $100, ya venía presentando una fuerte crisis de caja y que ahora, como han informado los economistas Pedro Palma, Ramón Espinasa y José Toro Hardy, dejará de percibir entre $450 y $600 millones anuales por cada dólar que descienda el precio del petróleo venezolano. Nada bueno para su política de la petrochequera para ganar adeptos y sus ambiciones de perpetuidad en el poder.
Y son peores noticias para un país que ha caído en el foso del abandono, la improductividad y en una extensa crisis económica, debido a que la ingente renta petrolera no se invirtió ni para generar productividad y crecimiento económico, ni para dar respuestas sustentables a los graves problemas sociales de los venezolanos.
Al igual que en otros acontecimientos de trascendencia para el país, el gobierno de Nicolás Maduro ha sido superficial, ambiguo y contradictorio para afrontar esta situación de la caída de los precios del petróleo.
Por un lado, no se ha dado una información veraz a la población, y se ha tratado de restarle importancia proclamando que Venezuela tiene garantizados los recursos para seguir "prosperando", y que aún con el barril a $40 no habrá problemas presupuestarios, pues tienen el muelle financiero necesario.
Por otro lado, Venezuela solicitó a la OPEP una reunión de emergencia para tratar el tema, aduciendo que una caída de los precios no le conviene a nadie. Pero, fue por lana y salió trasquilado, pues tal petición fue desatendida por el organismo, el cual mantuvo la próxima reunión ministerial tal como estaba pautada para el 27 de noviembre.
Por ignorancia o por una total prepotencia de quienes se creen que pueden manejar los hilos de cuanto acontece, el gobierno de Maduro también asegura que va a "recuperar el petróleo", cuando ello depende de un sin fin de factores internacionales que escapan totalmente de sus manos.
Entre otros, 1) por el exceso de oferta que existe actualmente, la cual se extenderá por las próximas décadas, con Estados Unidos exportando petróleo por primera vez en 30 años, y a un paso de ser autosuficiente gracias al petróleo y gas de lutita; con México y Brasil desarrollando agresivamente sus reservas en aguas convencionales y profundas; y con el enorme potencial de Argentina como productor de petróleo de esquisto.
2) Porque la demanda de petróleo hoy es débil, debido a la lenta recuperación de las economías europeas. Y aún cuando estas economías se recuperen nada indica que el consumo global volverá a sus niveles anteriores, pues los países están mostrando mayor eficacia y eficiencia en el desarrollo y uso de energías alternativas, como la eólica y la de celdas solares.
3) Porque China e India también se han desacelerado, y aún si estas retoman los caminos hacia un rápido crecimiento, tampoco es probable que la demanda de petróleo vuelva a su anterior ritmo ... al menos no en un futuro previsible.
4) Porque Arabia Saudita ha dejado de ejercer su rol tradicional de ser el fiel de la balanza que reducía su producción en tiempos de abundancia. Por el contrario, ahora, está haciendo conjuntamente con Kuwait, un gran esfuerzo para mantener alta su producción, para no perder mercado o, según piensan algunos, para presionar a Irán (a fin de limitar su programa nuclear) y a Rusia (para reducirle su influencia en Siria). Lo cierto es que la trilogía Irán, Rusia y Venezuela es la más perjudicada con la caída de los precios.
Las malas noticias que llegan con la caída de los precios del barril de petróleo tienen además implicaciones mucho más graves para la economía de Venezuela.
Primero, porque siendo optimistas, si el precio del barril venezolano se mantiene a $75 en todo 2015, se tendría que los ingresos por exportaciones petroleras estarían el próximo año en $66,2 millardos, $20 millardos menos que los $86,6 millardos que ingresaron en 2013 cuando el precio promedio del barril estuvo en $98,08. Esto irremediablemente llevará a recortes significativos en el financiamiento del gobierno.
Segundo, porque al analizar el Presupuesto Consolidado de 2013, se observa que con el barril a $98,08, el sector público registró un extraordinario déficit equivalente al 15,7% del PIB. Un déficit que fue cubierto con dinero inorgánico que produjo la maquinita del Banco Central de Venezuela, la cual ha sido responsable de que la liquidez monetaria hoy sea 63% más que su nivel de hace un año, así como de la alta inflación que está ahorcando a los venezolanos y que para fines de 2014 podría acercarse a 100%.
Esta situación obligará a reducir el gasto, pues el financiamiento doméstico impulsado por el BCV, a través de imprimir dinero inorgánico, no tendrá una base en dólares que permita expandirlo.
Otro efecto negativo se sentirá en las importaciones, las cuales se reducirán aún más impactando en la población con una mayor escasez de bienes básicos que la que hoy sufre.
Y como bien explica José Toro Hardy en su artículo "Los años del petróleo flaco": "La caída de los precios del petróleo se traduce también en un fuerte aumento en las penalizaciones que tendremos que pagar por nuevos financiamientos o refinanciamientos. Eso se debe a que el costo de asegurar la deuda soberana contra un incumplimiento (CDS o Credit Default Swaps) casi se ha triplicado en los últimos cuatro meses y el temor de un posible default aumenta cada día. Venezuela es, entre todos los países emergentes, el que tiene que pagar intereses más altos por su deuda".
Todo indica que el país está llegando al final de una calle ciega, sin opciones fáciles para reconducir la caótica situación que se enfrenta.
En el mediano plazo, solo quedan dos rutas:
Una sería que la ceguera de Nicolás Maduro lo lleve a decidir seguir la ruta del Plan de la Patria, y termine de hundir a Venezuela en el "mar de la felicidad" de Cuba, o en un Zimbabue, un país carcomido por la miseria. La naturaleza arrogante y soberbia que han evidenciado tener estos diseñadores del socialismo del siglo XXI, no permite prever que se torcerán el brazo, se morderán la legua, y procederán a hacer los ajustes impostergables para aplicar una política de apertura, que incentive la inversión y restablezca la productividad de la nación.
La otra sería que, finalmente llegan a tener un momento de reflexión para darse cuenta de la gravedad de la situación socioeconómica en la que han sumido a los venezolanos, y optan al fin por aplicar políticas de ajuste sensatas que servirían para sacar el país de la miseria.
Amanecerá y veremos.