Había yo terminado mis estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad de Carabobo y se estaban iniciando los preparativos para la graduación, cuando sintiéndome feliz por los estudios culminados, decidí comerme un helado en la fuente de soda ""OH QUE BUENO"", ubicada en plena Avenida Bolívar de Valencia. Me senté solo en una silla muy cercana a la entrada de la fuente de soda, y mientras degustaba el helado levanté mi vista y pude notar que en una mesa practicamente contigua a la mía, a escasos dos metros, estaba sentado un caballero de rostro muy fino, nariz aguileña, muy delgado, quien estaba leyendo la prensa. Inmediatamente su rostro me pareció familiar. Cual no seria mi sorpresa cuando pude identificar claramente a Don Cesar Girón, quien posiblemente quería pasar desapercibido, y estaba sentado solitario en dicha mesa. Recuerdo perfectamente que no tenía a nadie a su alrededor ni sentado en su mesa. Lo sentí que estaba meditando sobre algo, ya que en ningun momento su mirada se elevó para mirar a su alrededor. Me pareció imprudente acercarme hasta él, y lo dejé absorto en sus pensamientos. Yo me retiré en unos diez minutos del local, sin dejar de ver y admirar esa figura legendaria del toreo en Venezuela. Quien iba a pensar que iba a ser la última vez que vería en vida al maestro del toreo, ya que dos o tres semanas más tarde fuí sorprendido ingratamente por la noticia de su triste partida.
César Girón ha sido considerado por algunos críticos como uno de los más importantes toreros del siglo XX.
Salió por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas en cinco oportunidades 1955, 1956, 1958, 1962 y 1963. Se le atribuye la creación de un pase taurino que lleva en su honor el nombre de "girondina". Ha sido el único torero que ha cortado dos rabos en corridas consecutivas en la Feria de Sevilla. César Girón y sus hermanos toreros aparecieron en la portada de la revista LIFE en la edición de Abril de 1962. Lidera en dos ocasiones (1954 y 1956) el escalafón taurino en España, hazaña que repetiría su hermano Curro en 1959 y 1961. Dos plazas de toros en Venezuela llevan su nombre, así como una escuela taurina y el monumento en Maracay La Girondina.
En las afueras de las plazas de toros de Caracas y Maracay fueron descubiertas sendas estatuas en su memoria.
15/10/13
La muerte de César Girón
* Dolor nacional hace 42 años
tomado de: Revista Z - No. 1923 - 11 de octubre de 2013 - por: EL VITO
Cuando César Girón venía a Caracas, se ufanaba de una conquista secreta. Era un amor que por él esperaba en Maracay. Jamás reveló el nombre de la dama, aunque refería como que ella, para asegurarse que regresaría esa misma tarde, le retenía un "Patek Philippe" de platino, que el maestro apreciaba mucho.
"Es una fiera, si no regreso me trinca el reloj".
Aquel 20 de octubre nos vimos brevemente en el Restaurante Mario's ubicado al inicio de la Avenida Casanova. El sitio para la tertulia de los taurinos que Girón frecuentaba, cuando venía a la capital.
Aquel día apenas calentó asiento, nos dijo que tenía una reunión en El Portón con Julio García Vallenilia, Carlitos García Valleniila y sus hermanos, Curro y Efraín.
Eran las cuatro personas más ligadas a su vida, por las que sentía sincero afecto. Había una intención de reconciliación en la reunión, como si de una despedida se tratara.
Aquella tarde en el Hotel Hilton se reunieron Marcos Branger, propietario de la ganadería de "Tarapío" con Joao Pinto Barreiro y Mario Cohelo, ganadero y matador de toros, lusitanos que vinieron a Caracas como remate de las negociaciones de la importación de ganado bravo. Pinto Barreiro, su fina, fue la Estación Cuarentenaria en Europa, de acuerdo a las exigencias de Sanidad Animal Internacional.
Aquel 20 de octubre de 1971 a las nueve de la noche salíamos de la Universidad Católica en compañía de mi hermana Milagros, que iniciaba su licenciatura de Comunicación Social. Nos acompañaba Francisco Pérez Avendaño, hijo del doctor Martín Pérez Matos, célebre abogado caraqueño. Llegando por la autopista al distribuidor de El Paraíso escuchamos en la radio a Carlitos González, durante la transmisión del juego de pelota, que informaba de un fatal accidente de tránsito en el que había perdido la vida César Girón. Sentí sobre mis hombros que se desplomaba el cielo, todo el universo, un peso impresionante y aplastante cuando dijo: "...en un accidente automovilístico en La Victoria, se mató César Girón".
Monumento al frente de la Mezquita del nuevo Circo de Caracas - Foto: Ofrenda de Peña Taurina Amigos de Caracas - blog dinastiabienvenida
Me fui al diario, en la Esquina de La Quebradita. Jorge Cahue estaba a punto de abordar una patrulla para dirigirse al sitio del accidente. Tomé su lugar y junto a Ennio Perdomo nos trasladamos de inmediato hasta el sitio donde había ocurrido el fatal accidente. Ocurrió a las ocho y media de la noche, en el kilómetro 73 de la Autopista Regional del Centro. Justamente, frente a una gran chimenea de un viejo trapiche aragüeño. César conducía un Volkswagen Carmanggia, propiedad de su hermana Columba. Vencido por el sueño que produce la soledad al conducir de noche estrelló su carro contra la parte trasera de un camión Ford que viajaba muy despacio y casi metido dentro del hombrillo de la carretera en la misma dirección que iba Girón. El conductor del camión Ford, contra el que estrelló Girón, era el tachirense Parménides Chacón Colmenares, natural de San Cristóbal. Su ayudante nos contó que sintieron un gran ruido, y que Parménides Chacón al sentir el estruendo detuvo el camión. El vehículo que conducía muy despacio y por el hombrillo; y por eso rodó muy poco, escasos metros, desde el sitio de la colisión. Cuando Chacón revisó ci camión encontró a un carro rojo incrustado en la parte trasera.
Parménides, naturalmente, no sabía de quién se trataba. De inmediato sacó el cuerpo herido y sin
conocimiento de César Girón. Estaba metido entre el amasijo de hierros torcidos que le abrazaban. Pidió ayuda, sin tener respuesta. Al rato, luego que varios automóviles pasaron sin hacer caso a la solicitud de auxilio, se detuvo en el que viajaba el gobernador del estado Portuguesa. Condujo a César Girón hasta la Emergencia del Hospital Central de Maracay. Luego el Gobernador relataría que, al llegar al Obelisco, monumento a la entrada de Maracay sintió que César Girón habla dejado de existir. Sin embargo la opinión de los médicos fue distinta.
El cadáver de Girón fue recibido por los doctores Jorge Pernía y Henry Burguera. Pernía declararía que no sabía que el muerto era César Girón, lo supo cuando registraron sus documentos. Burguera indicó en su informe que la muerte fue casi instantánea, y que se debió al hundimiento de la caja toráxica en la que recibió un golpe muy fuerte del volante del automóvil, que quedó completamente destrozado. Más tarde, ya en el velatorio, contó Rafael Felice que se había opuesto a que César se fuera a Maracay.
- "Le acompañé junto a mi esposa y su hermano Efraín (Girón) hasta el peaje de la autopista en Tazón. Discutimos fuerte; pero estaba empeñado en huir a buscar un reloj que había dejado en Maracay" Uno de los argumentos que esgrimía César era que tenía que viajar a Carora, a la ganadería de "Los Aránguez", para seguir sus entrenamientos ya que quería "estar como una hojilla para las corridas de la feria". César se lavó la cara en la caseta de la Guardia Nacional, les dijo hasta luego, le dio la bendición a Efraín y se marchó.
Rafael Felice Castillo se quedó muy preocupado. Cuando consideró que había transcurrido el tiempo para que hubiera llegado a su casa, Felice llamó a Maracay. El teléfono estaba siempre comunicando. Sonaba ocupado y Rafael pensó que era César, que había llegado a su casa y conversaba con alguien. Sin embargo insistió, y al fin, cuando pudo comunicarse, una de las hermanas de César le informó que César había muerto.
El miércoles 21 de octubre por la mañana, Maracay hervía en su corazón. El cadáver de César Girón fue llevado de la Gobernación de Aragua, antiguo Hotel Jardín, donde todo había comenzado aquella tarde de mayo de 1945 cuando de niño intentó robarle el traje de luces a Carlos Arruza, más tarde su padrino de alternativa. Todos sabían que ese cuerpo inerte era el de un venezolano singular, distinto, rebelde, dueño de profundas contradicciones que le llevaron al triunfo y al dolor por no sentirse reconocido en la inmensidad de su propia verdad.
Monumento a César Girón/Plaza de Maracay.
El cadáver fue paseado por el ruedo de la plaza de toros de La Maestranza de Maracay. La plaza se llenó de bote en bote; y del pueblo, que plenó las gradas, surgieron impresionantes expresiones de dolor, que calaron muy hondo en todos los presentes.
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