31 DIC. 2016
Reflexiones de fin de año
Se marcha otro año para el hipismo venezolano, curtido de altibajos que ensombrecieron el espectáculo deportivo.
Pero, más allá de los sinsabores, la afición nunca le dio la espalda a la actividad y siempre exigió carreras, a pesar de los numerosos problemas que fatigan los cimientos de nuestro hipismo.
La actividad no escapó a la crisis. Sin embargo, se hizo el esfuerzo por conservar la industria que iba a la par con la inflación: los altos costos que parecían imposible mantener la actividad desde los haras y los hipódromos.
Los compromisos laborales son de vieja data. Aquí lo transcendental es cambiar el sistema de funcionamiento de nuestro hipismo. El aumento de los premios es un gran paso, pero asimismo sería un gran paso que se cancelaran al día. Sería un respiro para mantener encendido el motor que nutre a los caballos, personal de cuadra y cobija la inversión de los propietarios y el resto de los trabajadores directos e indirectos.
El incremento de los premios y el pago oportuno, apaciguan las pretensiones de personas externas que ansíen “cautivar” a profesionales para manipular un resultado de una carrera. Insisto, el pago oportuno de los premios es vital.
Ineludible la modificación del Reglamento Nacional de Carreras, tiene muchos años empolvado y antiguo.
Resulta necesario que exista concordia dentro del hipismo venezolano. Que exista una verdadera comunicación entre todos los sectores y que primordialmente, no se restrinjan las expresiones. Apoyamos esas palabras que vengan colmadas de ideas provechosas para el hipismo venezolano.
Impugnamos los constantes mensajes negativos y estériles en contra de nuestro hipismo. Esta actividad nos duele a todos, vivimos de ella. Apostamos por ella, y estoy seguro que todos seguiremos apostando por su futuro.
Aportar ideas es importante. Pero, que las autoridades escuchen y asuman que, en algunos casos, se cometen errores y se alcanzan los triunfos.
Me cuesta creer que los que estamos de este lado de la acera en las parcelas de la comunicación y la información, estamos ligando un caos y el cierre definitivo de nuestro hipismo. Eso nunca. En mi caso, vengo de una familia hípica de pura cepa: mi abuelo fundador del viejo hipódromo de Ciudad Bolívar y donde tenía de ayudantes a mi papá y tíos. Nacieron y se criaron con los caballos. Por ello, estoy aquí tratando de contribuir para que nuestro hipismo pueda mejorar.
No es ficción, de que en algunos días uno se levanta, mira por la ventana y se da cuenta de la situación de nuestro hipismo. El desgano se acrecienta, pero luego de degustar el café, volvemos a retomar las energías para salir a trabajar y soñar con la reivindicación del hipismo.
Sigo siendo optimista. Sin embargo, observo muchas discrepancias, enemistad, celos y arrogancias entre muchos sectores que directamente hacen vida en el hipismo venezolano. Propongo que dejemos a un lado esas facetas negativas y todos pensemos, por sobre todas las cosas, en nuestro hipismo y hacer el bien. No detenerse y mirar de lo que otros crean. Apostar por su misma identidad. Vamos a centrarnos, con respeto, en cada uno de nuestros roles para cooperar sanamente por nuestro hipismo.
No tenemos el timón y menos el poder para dirigir el barco, pero muchos de los que pisamos la arena hípica, tenemos las ideas y el empeño de exigir el hipismo productivo que protege y alimenta a miles de familias en nuestro país: Venezuela.
Desde este rincón, les deseo un feliz año nuevo. Que amasemos lo bueno y lo malo que nos dejó el 2016 para que sirva de experiencia para progresar en 2017. El hipismo es lo nuestro, y en mi caso, todavía queda bríos para seguir luchando por lo maravilloso que es el purasangre: le pone un extra en la pista para satisfacer y beneficiar a terceros. Ese noble animal, también merece de nuestro abrigo.
Dios los bendiga. Que la armonía y el amor predomine en sus hogares. En nombre de toda mi familia, les deseo mucha salud y éxitos en 2017.
Un gran abrazo.
Antonio José Medina
31-12-2016
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